Titulo del libro: Factor clave
Autor: Isaac Asimov
Personajes principales: Jack Weaver, Todd Nemerson, Multivac
Personajes secundarios: Genios de la informatica, Los investigadores
Contexto Historico/Geografico: es el tiempo que duraron los genios de la informatica en hacer a multivac pero eso no importa, por que a final de cuentas salio bien
resumen:
Jack Weaver salió desde las entrañas de Multivac cansado y malhumorado.
¿Nada? le preguntó Todd Nemerson desde el taburete donde mantenía su guardia permanente.
Nada contestó Weaver. Nada, nada, nada. Nadie puede descubrir qué pasa.
Excepto que no funciona, querrás decir.
Tú no eres de gran ayuda, ahí sentado.
Estoy pensando.
¡Pensando!
Weaver entreabrió una comisura de la boca, mostrando un colmillo. Nemerson se removió con
impaciencia en el taburete.
¿Por qué no? Hay seis equipos de técnicos en informática merodeando por los corredores de
Multivac. No han obtenido ningún resultado en tres días. ¿No puedes dedicar una persona a pensar?
No es cuestión de pensar. Tenemos que buscar. Hay un relé atascado en alguna parte.
No es tan simple, Jack.
¿Quién dice que sea simple? ¿Sabes cuántos millones de relés hay aquí?
Eso no importa. Si sólo fuera un relé, Multivac tendría circuitos alternativos, dispositivos para
localizar el fallo y capacidad para reparar o sustituir la pieza defectuosa. El problema es que Multivac no
sólo no responde a la pregunta original, sino que se niega a decirnos cuál es el problema. Y entre tanto
cundirá el pánico en todas las ciudades si no hacemos algo. La economía mundial depende de Multivac,
y todo el mundo lo sabe.
Yo también lo sé. ¿Pero qué se puede hacer?
Te lo he dicho. Pensar. Sin duda hemos pasado algo por alto. Mira, Jack, durante cien años los
genios de la informática se han dedicado a hacer de Multivac una entidad cada vez más compleja. Ahora
puede hacer de todo, incluso hablar y escuchar. Es casi tan complejo como el cerebro humano. No
entendemos el cerebro humano, ¿cómo vamos a entender a Multivac?
Oh, cállate. Sólo te queda decir que Multivac es humano.
¿Por qué no? Nemerson se sumió en sus reflexiones. Ahora que lo dices, ¿por qué no?
¿Podríamos asegurar si Multivac ha atravesado la fina línea divisoria en que dejó de ser una máquina
para comenzar a ser humano? ¿Existe esa línea divisoria? Si el cerebro humano es apenas más complejo
que Multivac y no paramos de hacer a Multivac cada vez más complejo, ¿no hay un punto donde...?
Dejó la frase en el aire. Weaver se puso nervioso.
¿Adónde quieres llegar? Supongamos que Multivac sea humano. ¿De qué nos serviría eso para
averiguar por qué no funciona?
Por una razón humana, quizá. Supongamos que te preguntaran a ti el precio más probable del trigo
en el próximo verano y no contestaras. ¿Por qué no contestarías?
Porque no lo sé. Pero Multivac lo sabría. Le hemos dado todos los factores. Puede analizar los
futuros del clima, de la política y de la economía. Sabemos que puede. Lo ha hecho antes.
De acuerdo. Supongamos que yo te hiciera la pregunta y que tú conocieras la respuesta, pero no
me contestaras. ¿Por qué?
Porque tendría un tumor cerebral ¾rezongó Weaver¾. Porque habría perdido el conocimiento.
Porque estaría borracho. ¡Demonios, porque mi maquinaria no funciona! Eso es lo que tratamos de
averiguar en Multivac. Estamos buscando el lugar donde su maquinaria está estropeada, buscamos el
factor clave.
Pero no lo has encontrado. Nemerson se levantó del taburete. ¿Por qué no me haces la
pregunta en que se atascó Multivac?
¿Cómo? ¿Quieres que te pase la cinta?
Vamos, Jack. Hazme la pregunta con toda la charla previa que le das a Multivac. Porque le hablas,
¿no?
Tengo que hacerlo. Es terapia.
Nemerson asintió con la cabeza.
Sí, de eso se trata, de terapia. Ésa es la versión oficial. Hablamos con él para fingir que es un ser
humano, con el objeto de no volvernos neuróticos por tener una máquina que sabe mucho más que
nosotros. Convertimos a un espantoso monstruo de metal en una imagen paternal y protectora.
Si quieres decirlo así...
Bien, está mal y lo sabes. Una computadora tan compleja como Multivac debe hablar y escuchar
para ser eficaz. No basta con insertarle y sacarle puntitos codificados. En un cierto nivel de complejidad,
Multivac debe parecer humano, porque, por Dios, es que es humano. Vamos, Jack, hazme la pregunta.
Quiero ver cómo reacciono.
Jack Weaver se sonrojó.
Esto es una tontería.
Vamos, hazlo.
Weaver estaba tan deprimido y desesperado que accedió. A regañadientes, fingió que insertaba el
programa en Multivac y le habló del modo habitual. Comentó los datos más recientes sobre los
disturbios rurales, habló de la nueva ecuación que describía las contorsiones de las corrientes de aire,
sermoneó respecto a la constante solar.
Al principio lo hacía de un modo rígido, pero pronto el hábito se impuso y habló con mayor soltura, y
cuando terminó de introducir el programa casi cortó el contacto oprimiendo un interruptor en la cintura
de Todd Nemerson.
Ya está. Desarrolla eso y danos la respuesta sin demora.
Por un instante, Jack Weaver se quedó allí como si sintiera una vez más la excitación de activar la
máquina más gigantesca y majestuosa jamás ensamblada por la mente y las manos del hombre. Luego,
regresó a la realidad y masculló:
Bien, se acabó el juego.
Al menos ahora sé por qué yo no respondería ¾dijo Nemerson¾, así que vamos a probarlo con
Multivac. Lo despejaremos; haremos que los investigadores le quiten las zarpas de encima. Meteremos
el programa, pero déjame hablar a mí. Sólo una vez.
Weaver se encogió de hombros y se volvió hacia la pared de control de Multivac, cubierta de
cuadrantes y de luces fijas. Lo despejó poco a poco. Uno a uno ordenó a los equipos de técnicos que se
fueran.
Luego, inhaló profundamente y comenzó a cargar el programa en Multivac. Era la duodécima vez
que lo hacía.
En alguna parte lejana, algún periodista comentaría que lo estaban intentando de nuevo. En todo el
mundo, la humanidad dependiente de Multivac contendría colectivamente el aliento.
Nemerson hablaba mientras Weaver cargaba los datos en silencio. Hablaba con soltura, tratando de
recordar qué había dicho Weaver, pero esperando el momento de añadir el factor clave.
Weaver terminó, y Nemerson dijo, con un punto de tensión en la voz:
Bien, Multivac. Desarrolla eso y danos la respuesta. Hizo una pausa y añadió el factor clave:
Por favor.
Y por todo Multivac las válvulas y los relés se pusieron a trabajar con alegría. A fin de cuentas, una
máquina tiene sentimientos..., cuando ha dejado ya de ser una máquina.
¿Podríamos asegurar si Multivac ha atravesado la fina línea divisoria en que dejó de ser una máquina
para comenzar a ser humano? ¿Existe esa línea divisoria? Si el cerebro humano es apenas más complejo
que Multivac y no paramos de hacer a Multivac cada vez más complejo, ¿no hay un punto donde...?
Dejó la frase en el aire. Weaver se puso nervioso.
¿Adónde quieres llegar? Supongamos que Multivac sea humano. ¿De qué nos serviría eso para
averiguar por qué no funciona?
Por una razón humana, quizá. Supongamos que te preguntaran a ti el precio más probable del trigo
en el próximo verano y no contestaras. ¿Por qué no contestarías?
Porque no lo sé. Pero Multivac lo sabría. Le hemos dado todos los factores. Puede analizar los
futuros del clima, de la política y de la economía. Sabemos que puede. Lo ha hecho antes.
De acuerdo. Supongamos que yo te hiciera la pregunta y que tú conocieras la respuesta, pero no
me contestaras. ¿Por qué?
Porque tendría un tumor cerebral ¾rezongó Weaver¾. Porque habría perdido el conocimiento.
Porque estaría borracho. ¡Demonios, porque mi maquinaria no funciona! Eso es lo que tratamos de
averiguar en Multivac. Estamos buscando el lugar donde su maquinaria está estropeada, buscamos el
factor clave.
Pero no lo has encontrado. Nemerson se levantó del taburete. ¿Por qué no me haces la
pregunta en que se atascó Multivac?
¿Cómo? ¿Quieres que te pase la cinta?
Vamos, Jack. Hazme la pregunta con toda la charla previa que le das a Multivac. Porque le hablas,
¿no?
Tengo que hacerlo. Es terapia.
Nemerson asintió con la cabeza.
Sí, de eso se trata, de terapia. Ésa es la versión oficial. Hablamos con él para fingir que es un ser
humano, con el objeto de no volvernos neuróticos por tener una máquina que sabe mucho más que
nosotros. Convertimos a un espantoso monstruo de metal en una imagen paternal y protectora.
Si quieres decirlo así...
Bien, está mal y lo sabes. Una computadora tan compleja como Multivac debe hablar y escuchar
para ser eficaz. No basta con insertarle y sacarle puntitos codificados. En un cierto nivel de complejidad,
Multivac debe parecer humano, porque, por Dios, es que es humano. Vamos, Jack, hazme la pregunta.
Quiero ver cómo reacciono.
Jack Weaver se sonrojó.
Esto es una tontería.
Vamos, hazlo.
Weaver estaba tan deprimido y desesperado que accedió. A regañadientes, fingió que insertaba el
programa en Multivac y le habló del modo habitual. Comentó los datos más recientes sobre los
disturbios rurales, habló de la nueva ecuación que describía las contorsiones de las corrientes de aire,
sermoneó respecto a la constante solar.
Al principio lo hacía de un modo rígido, pero pronto el hábito se impuso y habló con mayor soltura, y
cuando terminó de introducir el programa casi cortó el contacto oprimiendo un interruptor en la cintura
de Todd Nemerson.
Ya está. Desarrolla eso y danos la respuesta sin demora.
Por un instante, Jack Weaver se quedó allí como si sintiera una vez más la excitación de activar la
máquina más gigantesca y majestuosa jamás ensamblada por la mente y las manos del hombre. Luego,
regresó a la realidad y masculló:
Bien, se acabó el juego.
Al menos ahora sé por qué yo no respondería ¾dijo Nemerson¾, así que vamos a probarlo con
Multivac. Lo despejaremos; haremos que los investigadores le quiten las zarpas de encima. Meteremos
el programa, pero déjame hablar a mí. Sólo una vez.
Weaver se encogió de hombros y se volvió hacia la pared de control de Multivac, cubierta de
cuadrantes y de luces fijas. Lo despejó poco a poco. Uno a uno ordenó a los equipos de técnicos que se
fueran.
Luego, inhaló profundamente y comenzó a cargar el programa en Multivac. Era la duodécima vez
que lo hacía.
En alguna parte lejana, algún periodista comentaría que lo estaban intentando de nuevo. En todo el
mundo, la humanidad dependiente de Multivac contendría colectivamente el aliento.
Nemerson hablaba mientras Weaver cargaba los datos en silencio. Hablaba con soltura, tratando de
recordar qué había dicho Weaver, pero esperando el momento de añadir el factor clave.
Weaver terminó, y Nemerson dijo, con un punto de tensión en la voz:
Bien, Multivac. Desarrolla eso y danos la respuesta. Hizo una pausa y añadió el factor clave:
Por favor.
Y por todo Multivac las válvulas y los relés se pusieron a trabajar con alegría. A fin de cuentas, una
máquina tiene sentimientos..., cuando ha dejado ya de ser una máquina.
Critica o comentario: la historia esta muy bien y aprendes que cuando pides las cosas por favor todo funsiona.
¿Como lo relacionas en tu vida cotidiana? yo las relaciono al pedir las cosas por favor
por que asi siempre saldran las cosas de buena manera